viernes, 30 de mayo de 2008

Eternamente tuya.

Eternamente tuya.
— Archivo los documentos—murmura Serena iniciando la acción— y marchamos a la piscina.
Cinco minutos después, Ana se halla con el macuto al hombro, y Serena introduciendo la llave en la cerradura.
La puerta del despacho se abre bruscamente.
— ¡Cuidado!—grita Ana evitando el atropello.
Serena no puede evadir el golpe siendo derribada. Los enseres de baño quedan esparcidos por el suelo, la blusa que en la caída se ha rasgado, deja al descubierto unos pechos firmes y turgentes.
David, sonrojado y presuroso se inclina hacia ella. Nervioso desviste la cazadora y envuelve el cuerpo semidesnudo de la joven, que ruborizada, trata de cubrirlo. Sin picardía, el joven roza con los labios un fragmento del hombro derecho. El cuerpo de Serena se estremece, los aleteos que suben por el pecho son semejantes a campanillas de mariposas. Un fresco y alimonado aroma varonil inunda el espacio.
Horas más tarde se citan en un parador. Un ramo de rosas rojas, y unas copas de champán junto a una tenue luz, esbozan en la pared la sombra de un solo cuerpo.

***
Años mas tarde…
—Si vienes por el apestoso dinero—interpela furioso— ahí está, en el cajón de la cómoda.
— ¿Qué pretendes?—siente la sequedad de su propia voz. Retrocede para mirarle, fría de ira… distante.
—Conversar contigo— manifiesta David.
Serena tira el guante sobre el piano, trata de no pensar en la doble vida, por un lado Alberto cariñoso y fiel, por otro el amante que atesora cada uno de los momentos vividos. Se pregunta el tiempo que podrá seguir con esta falsa, pero ahora solo existe el presente, lo demás carece de importancia.

miércoles, 21 de mayo de 2008

BLANCA Y VERDE

Tres mujeres tejen una manta que llevarán al río.
***
El tórrido sol de verano cae sobre los verdes cultivos de este sereno día dominguero. Los chicos en número de cinco, se zambullen al grito de todos a una en la cristalina agua del estanque, bajo el ojo atento de la niñera. A doscientos metros, tres rapases de ocho años vigilan el ganado llevándolo a pactar. En la hacienda, ocho mujeres se alternan y tejen una bandera que ocultan bajo una manta, debe estar lista al atardecer. Lola con una pañoleta anudada a la cabeza, enjuga el sudor que a hilos desprende el rostro. Los surcos en la cara las avejentan, la mayor de ellas no cuenta más de treinta y cinco años. El duro trabajo les encallece las manos, y el trajín del palacete no les da tiempo para pensar en ellas. Tintinea la campanilla. La doncella se afana en ajustarse la cofia y los guantes.
—María—manda la “señora”—.Organiza la mesa para doce comensales, que colabore Juan cuando ultime las caballerizas.
La vajilla de porcelana y cristalería de bohemia es distribuida milimétricamente. Presidiendo la mesa, cinco candelabros de plata.
Horas después, recipientes de cordero asado y cochinillo, junto a elaborados platos de fruta, verdura y vino de reserva, reposan en la portentosa mesa. Las sobras, serán pitanzas para los perros de caza.
Junto a los fogones, la mesa de los jornaleros. Las viandas la componen, “patatas cocidas, una jarra de agua y un plato con aceite para mojar la hogaza de pan”. Ahora no hay tiempo para comer.
Cuando el crepúsculo haga su aparición, los niños llevarán el ganado a beber al margen del río. Una bandera blanca y verde bordada a golpe de yunque, ondeara en el poste mas elevado del camino, reivindicando… fuera la triple esclavitud…ser mujer, obrera y no tener acceso a la educación. “Igualdad, Libertad e inserción en el mundo laboral”
Abril 1920.

domingo, 18 de mayo de 2008

Una flor

Blanca flor que en libertad naciste, desventurada fue tu suerte, al nacer a la vida te hallaste cautiva con la muerte. Si te siego, te marchitas, si te dejo, creces fuerte y dejarte con la vida es dejarte con la muerte. Autor, desconozco.

lunes, 12 de mayo de 2008

DIÁLOGO

TEMA: DIÁLOGO
La tarde otoñal despierta con negros nubarrones. Son las cinco en punto. La comitiva que sigue al coche se detiene; el mutismo es espeluznante, nadie llora…
—Recuerdas lo cabezota que era.
—Sí, pero la mayoría de las veces tenía razón—comenta Antonia con voz entrecortada.
—Si le hubiésemos dado la oportunidad, lo acontecido habría ocurrido de diferente manera.
—Miguel ¿Tú crees que nos habrá perdonado?
—No se…tal vez, pero sigo pensando que ha sido un error venir.
La última palada de tierra sepulta el féretro. Antonia y Miguel, discretamente situados se dirigen a la salida. La ojeada de un familiar del difunto descubre a la pareja. El murmullo se hace mayor; voces enfurecidas se elevan. Una anciana enlutada ansía poner paz… no lo consigue, la inquina es desmedida. Como alma que lleva el diablo los chicos pretenden salir corriendo. Dos sonoros disparos perturban la paz de los muertos. Los cuerpos de los jóvenes enamorados se desploman al unísono.
—Ahora se hace justicia—afirma el joven empuñando el arma— ¡Antonio, llama a la guardia civil, mi hermano descansa en paz!
La lluvia se desliza suavemente, pariendo un cauce con tonos púrpura.
—Por mi alma, doy fe, que los hechos acontecieron tal como los he relatado. Aquél fatídico día diecinueve de Octubre de mil ochocientos setenta y dos ¡yo estaba allí!