lunes, 22 de diciembre de 2008

Cuento de la abuela

HISTORIA DE LA ABUELA
Tal vez las historias no sean mas que eso, pero a cierta edad dejan una huella tan profunda que marcan tu vida y el camino de rectitud se consolida.

Cuentan, que un día caminaba Jesús junto a Pedro, la calzada polvorienta y la sed hacía mella en ellos; cuando llevaban un buen trecho andado pasaron junto a una mujer mayor que se ganaba la vida vendiendo tortas. Pedro sucumbió a la llamada del maligno y cogió una ocultándola en el sayo. Cada vez que intentaba dar un bocado, Jesús le hablaba esperando contestación, por lo cual Pedro tenia que escupir el alimento sin conseguir dar un solo bocado. Cuando se acabó la pitanza Jesús le interpeló.
— Te das cuenta Pedro como no te sirvió de nada haberle quitado la comida a la anciana que era el sustento de sus hijos.
Pedro cabizbajo aprendió la lección.

domingo, 7 de diciembre de 2008

EL CANTE FLAMENCO



EL CANTE FLAMENCO
El cante es, la raíz más pura y jonda del flamenco, es cuna,
quejido, sucesos del pueblo que arrancan palmas, es garra,
sentido del ritmo, flor de letras de un cantar minero que desgarra,
palo de cantaor con tizne que inflama, y alboreá, de raíz gitana.
Es cantar primitivo, es cante hondo que el cajón amamanta
exhalando al firmamento seguirillas, con rasgear de guitarra,
es tientos en la garganta, es jilguero aprendido que agarra
alegrías con zambra, y bulerías con taconeo de taranta.
Es voz, afición, poderío de soleá que calla la falseta de guitarra,
pasión preñada, suspiros agitanados que pasean por España,
luciendo, rojos y negros claveles, bordados en bata larga .
El cante, comienza siendo buen cante cuando una garganta
lo entona, y mil flamencos en vuelo dejan escapar la paloma,
y con flauta, tamboril y pandereta, en el sentir del pueblo mora.

sábado, 29 de noviembre de 2008

LA PEPA

2ª TRABAJO: LA PEPA
*** Que cazuela la de Pepa, sucia como ella sola, los desperdicios están más comestibles que lo que encierra la olla, vamos que si me invita, me tendré que traer la comida hecha ¡madre mía, pero si casi no se distingue el color de la tapadera! aviado va el que se case con ella, menudo marrón, seguro que cuando vea el panorama ni come, anda hija vas apañada, y por si fuera poco hasta la gallina con las plumas por el borde, y la silla, como para sentarse y no quiero ver como las sábanas que el perro …
Lola almuerza con Pepa—le indica la madre en la puerta—tu padre y yo vamos de recados.

1ª TRABAJO: La Pepa
***Por más vueltas que le doy solo me queda una opción, que la Pepa no tiene arreglo en cuanto a vagancia, la cazuela, entre las abolladuras y la comida adherida que parece que no a tocado el estropajo… es imposible que me quede en esta casa a comer, ni aunque me lo mande mi madre, pero si yo fuese hombre y estuviera ciego, posiblemente me casaría con ella, porque lo cortés no quita lo valiente, la Pepa es una bella persona.

jueves, 27 de noviembre de 2008

PATIO ANDALUZ
Patio con abrasadas buganvillas
bello cenador preso en campanillas,
naranjo de fachada blanca, y ragua
en fuente que desliza rumor de agua.

Higuera, tulipán, jazmín que` mana
aroma y luz que enciende la mañana,
fantasía de adormecida guitarra
trovar enardecido de chicharra.

Patio de Andalucía. Argot varado
junto al ciprés dorado, suspiro de sol
en tiesto de clavel aprisionado.

Patio de Andalucía. Colgante parra
tras la reja, y fragante parietaria,
retozar permanente de cigarra.

martes, 25 de noviembre de 2008

LA MUÑECA

La muñeca
1* TRABAJO. La muñeca queda tendida en la acera. Lola sube al coche agarrando con fuerza la mano de Carolina y este desaparece en la lejanía. Los ojos de la pequeña se inundan de lágrimas cuando repara que no lleva el juguete.
—Papá—implora— regresa por mi muñeca.
Este hace caso omiso, y continúa la marcha hasta que la sed aprieta deteniéndose en una gasolinera.
La pequeña queda sola, ve un auto rojo en dirección a su muñeca, y sin pensarlo se esconde en los asientos traseros cubriéndose con una manta. Dos chicos se introducen dando voces y arrancan saliendo a toda velocidad. El griterío de una mujer, anunciando que los atracadores han huido en el vehículo rojo, alerta a los padres que ahora se percatan que han dejado sola a la pequeña.
Corren hacia el automóvil, lo único que alcanzan ver son los pilotos encendidos que se pierden en la oscuridad de la noche.

2* TRABAJO. La muñeca que porta la pequeña queda tendida en el suelo. Lola oprime la mano de la cría y la arrastra al coche, que veloz se pierde en la lejanía. Carolina llora desconsolada.
—Papá—implora—regresa por mi muñeca.
Alonso mira el reloj… titubea.
—Te compraré otra al regreso.
La niña oculta el rostro entre las manos y continúa llorando. Los quilómetros se comen el asfalto hasta que la sed aprieta y deciden parar en la próxima gasolinera. Bajan del coche. La pequeña queda dormida en el asiento trasero.
Ensimismados tomando café, escuchan voces. Salen a la calle y ven dos chicos corriendo que se introducen en un coche.
— ¡Atraparlos!—grita el dependiente— los del coche rojo se llevan el dinero de la caja.
Ahora se percatan que la niña está sola, corren… un escalofrío congela los cuerpos… el asiento está vacío, se giran y lo único que ven son los pilotos de un coche rojo que se pierde en la noche.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

UN PEZ

Había una vez un pez cuya vida transcurría en una pecera. El dueño, que era muy tacaño, pensó un día que comía demasiado. Cada vez le echaba menos comida hasta que un buen día no le echó nada. Como el pescado seguía vivo, pensó en quitar cada día una cucharada de agua, y así lo hizo hasta que no quedó ninguna. Como el pescado seguía vivo, pensó meterlo en una jaula. Pasado un tiempo… Como el pescado seguía vivo, se arrepintió de lo que había hecho con él y lo devolvió a la pecera. Cuando el pescado se halló en la pecera intentó respirar… y se ahogó.

lunes, 17 de noviembre de 2008

DIÁLOGO INTERIOR


DIÁLOGO INTERIOR
De una viuda que entierra al marido.
Tú pensabas que moriría de sufrimiento al quedar sola, con lo abandonada que navegué toda la vida. Soñaba con mi independencia, ya que no fui capaz de correr aquél día que me humillaste, mírate, con la sonrisa marcada en tu gélido rostro… rostro de imbécil, que se creía el amo del mundo. Ahora, en la última palada, aquél chico que observa en la esquina me acompañará a casa y…




DIÁLOGO INTERIOR
De un viudo.
Tú pensabas que al dejarme solo moriría contigo, que no seria capaz de llevar la casa y los hijos ¡con lo maltratado que me tenias! Decías a mis amigos lo calzonazos que era para ti… con la soledad que piloté mi barco. Deseaba mi independencia, en la vida obtuve de tus labios una palabra de cariño, y a mi pesar, no te abandoné, siempre te quise, si bien no me permitiste demostrártelo. Ahora, observo tu rostro, y como no me puedes rebatir, te digo ¡hasta siempre! Mañana me caso.

domingo, 16 de noviembre de 2008

LA COTORRA

LA COTORRA
Pepa, “la cotorra del barrio”, se desplaza al mercado en bicicleta. El olor a pollo asado, la distrae al tomar la curva atropellando a Manuela, vecina, con la que tiempo atrás platicó mal. Derribada, al percibir la desesperación de Pepa, improvisa estar dolida, aunque en realidad, la única abatida es su dignidad.
—Que dolor—la increpa duramente— me has roto la pierna.
—No pude frenar—y haciendo un gesto con la nariz— el olor a pollo me distrajo.
—Que alguien llame a la ambulancia—comenta un transeúnte.
—¡Ay, ay! ¿pero es que nadie piensa socorrerme con lo mal que estoy?
Al instante el cónyuge de Manuela, transita por la acera cogido del brazo de una chica dándole carantoñas. Esta, que observa la escena, olvida la representación. Se engrandece volando. Y sin mediar comentario, se lía a bolsazos con José.
— ¡Ya te avise que tu marido andaba con otra!—le grita la cotorra jactándose.

sábado, 15 de noviembre de 2008

EL ROSTRO


EL ROSTRO

Aureola de rubí, el rostro es, morada
de estrellas y aljófar en firmamento.
Tú, lucero y alborada, sufrimiento,
de madre eres pasión inmaculada.

Portas cruz de agonía. Abandonada,
vespertina oración de sentimiento.
Sostén de hombre. Estremecimiento
de clavos que engalanan tu morada.

Salvar un río de amor por un mañana.
Manantial cristalino, voz, lamento,
torrente de ternura y pensamiento.


Pasaje de luminiscencia, Llanto,
condena de clamor, joroba y manto.
Esperanza de vida, y paz cercana

lunes, 10 de noviembre de 2008

VIAJE AL CORAZÓN


VIAJE AL CORAZÓN
Corre el año mil novecientos setenta y ocho, Mercedes porta una cesta de huevos hacia la plaza del mercado. De estatura baja y cuerpo menudo, afianza con fuerza su sostén de vida, el peso del canasto no lastima, los setenta y cinco años inquietan menos a su alma, que su existencia. Las arrugas del rostro marcan el paso de los años, los ojos azules se esconden bajo unos parpados caídos, la mirada vacía busca en el pasado, espera un milagro…
La ponzoña de una mujer, comentándole, que en los caracolillos han desenterrado los cuerpos de cinco desaparecidos en la guerra, la arrastran en una espiral de viaje, a su oculto pasado.

***

Era de la alta montaña, su vida transcurría feliz hasta aquél amargo día…Su marido alcalde del pueblo sin ideales políticos, desapareció dejándola con un hijo de cinco años. Días después, supo que había sido fusilado por intentar proteger a un chico de quince años. Rota, hundida, sin pensar en las consecuencias, envolvió su cuerpo en una bandera republicana, y se echó a la calle dando voces de viva la republica, acción, que pagó con cinco años de cárcel, le raparon el pelo y la encerraron en una celda de castigo durante cinco meses. La prisión fortaleció su mente. Ella no solía quejarse, su hijo que había cumplido diez años la necesitaba, mas una sorpresa la esperaba fuera. Adela, la sobrina que cuidaba del chaval, dos años antes a su salida se marchó al continente americano, destino, Argentina. No le comunicó nada temiendo por el pequeño, querían darlo en adopción. Llanto amargo y doloroso, no quedaban lágrimas para derramar, los ojos vivían secos. En el pueblo no era bien vista, por lo que tomó una difícil decisión, renunciar a la familia y emigrar a un lugar recóndito. Viajaría a una zona donde los habitantes no indagaran en su vida, soterrada en lo más profundo del corazón. Alquiló una habitación, se dedicó a trabajar de sol a sol, en el campo, limpiando casas… Transcurrían los años, largos, interminables y fríos, una Esperanza la mantenía fuerte, la promesa de Adela de volver un día con José. Un buen día, maravilloso y dulce, blanco, dorado y verde del mes de Noviembre, recibió una carta de José. La promesa de llevarla con él, despertó la Esperanza y le proveyó fuerza para seguir viviendo…

***
Once de diciembre de mil novecientos ochenta y seis. El cuerpo inerte de Mercedes yace en la mecedora. En la mano, fuertemente apretada, pernocta un telegrama portando un mensaje (Hoy regreso para llevarte conmigo. José)…
María entra en el mortuorio, es la vecina, la única amiga que puso el hombro para que Mercedes posara la cabeza alguna vez. En un gesto de cariño besa la mano que permanece rígida y fría, se abraza a José y comienza un diálogo que termina con el relato de lo que ella conoce de la vida de Mercedes…
La última voluntad de ser enterrada en un lugar, donde el sol muestre la senda durante el día, y la luna oriente de noche el camino de luz, se va a cumplir dos horas después. La Esperanza, guardada en el corazón durante años, dormirá con ella…

Hoy, al viajar a la memoria histórica, me pregunto ¿en que lugar de nuestra historia tendríamos que establecer a todas las Mercedes de esta historia? “por ambas partes”.

sábado, 1 de noviembre de 2008

UN SEGUNDO

UN SEGUNDO
La ducha corre por el cuerpo desnudo de Crasita, la respiración baja como los chorros que en cascada se desprenden por el cuerpo, la relajan de manera, que el tiempo se cristaliza para observarla.
— ¡Crasita, Crasita!— llama una voz.
El sobresalto la saca del mundo en que se haya. Recoge una toalla, envuelve el cuerpo y sale al pasillo secándose el pelo.
— ¿María, me has llamado?
—No, pero si quieres una infusión de verbena, está caliente.
Convencida por la explicación de su hermana, frunciendo el entrecejo se adentra en el dormitorio para vestirse.
—Crasita— escucha la voz en su interior—di a todos que no sufran, yo, soy feliz.
Anonadada se sienta en la cama. La boca se ha secado, los aromas se dispersan, el día se hace noche, el tiempo se contiene, el perfume a jazmín que porta en la mano cae al suelo fragmentándose, no tiene duda, la voz, es conocida.
La música de Ravel suena en el móvil, lo sujeta fuertemente pero… se niega a contestar, el bolero sube a la cumbre del clímax y obligada por la fuerza; trémula, pulsa el botón.
—Diga—murmura con un silencio apagado.
—Tu marido…no está muerto.

viernes, 31 de octubre de 2008

miércoles, 29 de octubre de 2008

LOS PEROLES

LOS PEROLES

La cocina y sus cacharros,
chiflada mestan volviendo
la sartén guisando gachas, los peroles discutiendo.

Discuten por necedades
por quién adoba primero,
la perspicaz cacerola, métele mecha al trasero.

La tartera no discute
orgullosa y dominante,
de fruto, vestido hace, muy sabroso, y elegante.

Las gachas ya concluyeron,
renuncian a hostilidades
se repliegan a la mesa, para buenos comensales.

sábado, 25 de octubre de 2008

DIÁLOGO

DIÁLOGO

La joven extiende la mano de manera casual. Un chico trajeado, cruza la acera en aquel momento y le desliza una moneda.
—Perdona—pregunta—la moneda ¿para que es?
—Para que te compres un bocadillo—responde sofocado
—Lo haces por la ropa—inquiere perpleja— ¿Porque me ves como una vagabunda?
El joven no responde, las palabras se atraganta por el brillo de los ojos verdes. Lirio esboza una sonrisa.
—Observa las cámaras al fondo de la calle, yo, soy la protagonista.

miércoles, 22 de octubre de 2008

EL VIAJERO MOLESTO

EL VIAJERO MOLESTO
Runa, de juventud inocente y deambular polinizado, se introduce por la ventana del tren en marcha. Colocada en el quicio, observa los pasajeros que allí se alojan. Una joven acompañada de un chico, sostiene en brazos una pequeña de pocos meses. Dialogan sobre la marcha que los aleja de la familia. Buscaran un trabajo que los saque de la ruina; adquirida, por los problemas del país debidos a la crisis mundial. Runa da unos vuelos y se para en la nariz de un hombre de mediana edad. Este, de un manotazo en un intento de asustarla, la estampa contra el suelo. Dolorida y acongojada, se levanta rápida para no ser pisoteada. Adherida al techo observa al personaje huraño y cara de pocos amigos que porta en la mano un trozo de pastel. Relamiéndose la espiritrompa revolotea alrededor, y lanzándose en picado cae de bruces dentro del merengue. El hombre que no se percata, da un bocado llevándose a Runa cerca de los molares. Un estornudo oportuno la salva de una muerte segura. Chorreando y pegajosa se introduce en un hueco de los duros asientos para no ser vista. El ruido procedente del exterior llama su atención. Una forma alargada de ojos llorosos le hace señas para que salga.
— ¡Mamá!—grita orgullosa—he comido pastel.
Haciendo piruetas se desliza suavemente a los brazos de la madre, y fundiéndose en un cariñoso abrazo, remontan al espacio celeste perdiéndose en la lejanía.

lunes, 20 de octubre de 2008

LIBERTAD CON V

LIBERTAD con V
…¡Qué bien me falseaste! Te preguntarás por que te digo esto. ¿Recuerdas el día de las nupcias… me prometiste que volaría libre? Aún no sé, lo que significa para ti esta palabra tan hermosa, claro, que libertad con uve de victoria te viene grande.
Lava que te lava, barre que te barre. ¡Aquí ando, como la chacha! Todo el día limpiando, y cuando he terminado llega el viento y en una cabriola arrastra tras sí, las hojas secas ¡que tendrías que haber recogido del jardín! esparciéndolas sobre la madera de estos viejos muebles con olor a rancio, y otra vez, a volver a empezar. Y tú llegas, ni una leve caricia de tus suaves manos, ni un cálido susurro de tus ardientes labios, ni una mirada cómplice de tus negros ojos, solo un grotesco ademán y me preguntas.
(Qué has hecho de comer, coloca rápido el puchero que vengo desmayado)
Estúpida de mí, que vuelo a disponer las viandas en la mesa. Claro, para dirigir a tu banda de música te falta tiempo. Para mí, ni un pequeño suspiro, y sí, un reproche si la comida no está en su punto. Y por si fuera poco, me traes una iguana ¡con el miedo que me dan los lagartos! Y ahora te pregunto ¿Qué es la crueldad brutal?
Maltratar a un animal, o ser un pedazo de animal.
Un largo ronquido se deja oír en la paz sigilosa de la noche.

miércoles, 8 de octubre de 2008

LAS GAFAS DE LAURA

LAS GAFAS DE LAURA
Laura pasea por la playa aun desierta, una educadora la acompaña. Juega con chinas lanzándolas al agua; al zambullirse el pedrusco, origina un chapoteo que provoca carcajadas de felicidad en la pequeña. Los cabellos recogidos en la nuca, muestran una cara redonda, con nariz respingona y ojos melados. Su menudo cuerpo, “atado” a la silla de ruedas, dificulta los movimientos de cualquier crío de su edad. El hecho de estar paralítica desde los tres meses, no le impide ser feliz. Un único deseo ronda su mente” caminar” correr como los amiguitos del colegio, jugar a la pelota….
—Nadia—llama— tráeme otro cubo de chinas por favor.
La preceptora recoge piedras y las deposita en las piernas de la niña. Un rayo de sol que temeroso asoma, posa su calor en el cuerpo semidesnudo de la pequeña. Una roca blanca y trasparente llama su atención. Al cogerla, extrae un objeto que no debiera estar allí. Le da giros, lo curiosea…
—Son unas gafas—comenta— ¡qué feas!
La joven agarra los espejuelos y observa el papel adscrito a ellos. Laura lo toma y lee.
—No son unas simples gafas. “Estas”, con su culo de vaso, permiten la entrada al mundo de los sueños por un tiempo limitado; tu mejor deseo se hará realidad, mas impone una condición: Al sonar un pitido, deberás estar en el mundo real, si no, quedas atrapado en el subsuelo.
Sin pensarlo dos veces la niña hace uso de ellas. Cae en un profundo letargo. Suavemente recobra el conocimiento, lentamente abre los ojos y atónitos beben el paisaje dibujado. La silla de ruedas ha desaparecido, emocionada se levanta.
— ¡Puedo andar!
Los niños se divierten con la pelota, saltan a la comba, juegan al tejo…. Laura, turbada, se acerca al grupo.
— ¿Me dejáis jugar?—pregunta emocionada.
—Acércate—responde Luis.
Está integrada en el juego, el tiempo pasa, es tan feliz que no quiere volver al mundo real.
—No volveré, ahora puedo andar, ¡me quedaré para siempre! Pero… no veré a mi hermano, ni a mis papás… Tengo que volver.
Con un manotazo se quita las lágrimas que a raudales inundan el rostro, sostiene las gafas en la mano, se las acerca a la cara, al momento de colocarlas suena el pitido.
—Por poco—comenta aliviada.
Nadia, aletargada, se despeja con un bostezo. Laura descansa en la silla de ruedas, no hay comentarios. Las olas, con su caminar bravío llegan a los pies de la niña mojándolos; en el bolsillo del vestido, unas gafas de culo de vaso dormitan.

miércoles, 1 de octubre de 2008

¿Por que escribo?
Podría enumerar infinidad de respuestas, pero solo daré una.
PARA LOS DEMÁS

El triunfo

EL TRIUNFO

Es noche cerrada, los potentes focos dispersos por estratégicos lugares, iluminan la pista.
—La carrera esta perdida—comenta el piloto momentos antes del comienzo—solo un milagro puede salvarnos.
La salida del ‘Safety-cars’ a mitad de carrera, hace que emerja con decisión, sin errores, inalcanzable, el guerrero triunfador.
Confusos, los telespectadores con los dedos cruzados, ansían que termine la última vuelta.
Los dedos enfundados en gruesos guantes vuelan al son de un baile de pajaritos.
Los astros se han alineado, después de trescientos ochenta y cinco días, el podio espera en lo más alto. El himno español suena en la competición más famosa del mundo.

lunes, 21 de julio de 2008

SOLEDADES

Pequeño fragmento de… SOLEDADES
Noche de dolor e insomnio. Arrebujado entre sábanas de seda, el alma aterrada implora perdón. Sentimientos de sueños rotos lloran la soledad que el silencio trae por lontananza, a la par, relámpagos con olor a muerto hacen que las campanas tiñan el cielo con dolorosos lamentos,
— ¡Por que mi amada te alejaste! ¿Ignoras como anhelo tus besos? besos robados en la oscuridad de la noche, donde el viento ocultaba su manto transportando hacia ti la luna y depositándola a tus pies, que nerviosos, arrullaban su murmullo.

lunes, 9 de junio de 2008

El último viaje

EL ÚLTIMO VIAJE

…Mis noventa y cuatro años pesan como una losa. Viajo al encuentro de la traslación como algo natural, mis facultades mentales están al cien por cien, pero mi cuerpo se extasía con el dulce y acerbo abrazo de la muerte. Todo es pasado, ya no hay futuro; mi familia me crispa en su intento de fortalecerme anhelando una pronta recuperación ¡falsos, más que falsos! Tengo miedo, no a partir, a lo desconocido ¿habrá una creación mas allá? ¿será un mundo de armonía? Transito por arenas movedizas, busco una mano donde asirme. La pequeñaza, ¡sí, ella me nombra! extiende su mano, una grande me la arrebata no consigo asir otra, cuesta respirar me ahogo…
Observo como cuchichean, piensan que no les oigo, me adormezco, esperan que deje de respirar para repartirse la herencia ¡porque es lo único que les importa! Para fastidiar ¡me haré el muerto! voy a percibir su reacción, un fuerte suspiro les hará creer que marché, ahora es el momento ¡aaah!
— ¡Carlos, avisa al médico!—grita Federico— Creo que se fue.
…¿Lloran? escucho sollozos ¿María? ¡sí, es María! mi niña, ella me quiere, los demás…por el interés; tal vez sea mal pensado, pero la cuchara es semejante a la que di de comer a mi padre.
—Ha sido una falsa alarma—comenta el especialista invitándolos a seguirlo.
…Les oigo suspirar ¿será por que no partí? Atrás, en la lejanía queda mi ingreso en la residencia, veinte años con visitas esporádicas en días señalados, esperando una llamada o una salida a ver el mar como me prometieron. De mis cinco hijos ninguno asumió el juramento hecho en su momento.
…Felipe, el reloj de oro tiene dueño ¡pero no eres tú! es para mi compañero de habitación que hizo mi vida llevadera, me arropó en las frías noches, cuando la fiebre nublaba mi mente pensando que no volvería a veros, ¿qué decís? yo he sido mal padre ¿cómo os atrevéis a murmurar cuando os escucho? todavía tengo las agallas suficientes para dejaros sin nada. ¡Manolo, Felipe! estáis sordos, ¿pero es que nadie hace caso? por que os vais, me estáis asustando, ¡si a sido por el reloj! le digo a Pedro que os lo devuelva. Echarme una manta creo que tengo fiebre, siento frío, esta oscureciendo, me cuesta distinguir, luz ¡quiero luz!
…Oiga, se equivoca de habitación, esa cruz no es aquí ¿por qué no obedece nadie? ¡es que me ponéis enfermo! ahora me doy cuenta que algo ocurre, observo caras desconocidas, ¿y ese cura? ¡donde va! …y esa caja, pero…¡si es de muerto! no metáis mi cuerpo, sigo vivo ¡ prestar atención, nadie llora!
…María, María ¡detenlos, me llevan! por favor que alguien me ayude, si no hacéis nada me van a enterrar y no estoy muerto…
La pesada losa cae, un fuerte alarido suena en el silencio de la noche.

Leyenda motrileña 3* parte

Leyenda motrileña 3* parte
***


—Cuentan que Aban huyó a las Alpujarras y se unió a los monfíes; jamás se volvió a ver, aunque dicen que todos los años, días antes de comenzar la zafra, en el susurro del viento, vagando entre las cañas, se escuchan lamentos llamando: ¡Azucena! ¡Azucena! De ella, unos dicen que encontraron sus ropas en la playa hoy llamada Las Azucenas.
Otros afirman que cuando comienza la zafra, a la medianoche, junto a la ermita de San Nicolás, de una hendidura han visto salir una gallina seguida de un polluelo, que atravesando la ciudad por la calle principal, se adentra en la vega cacareando ¡Diego! ¡Diego! Posteriormente desaparece sin dejar rastro.

El que tenga ojos para “ver” y corazón para “sentir”, cuando las sombras invadan la ciudad y las calles se queden dormidas, podrá acercarse a la Plaza de España (antiguo Solar de la Villa) y verá al pregonero leyendo este edicto:

*** “Por orden del Emperador, reconociendo las buenas y justas razones que le ha expuesto su concejo, se hace saber a los buenos vasallos, los moriscos de Mutrayil que:

Mientas os vistáis y habléis como moros, conservaréis la memoria de vuestra secta y no seréis buenos cristianos. Sabed que en quitároslo no se os hace agravio alguno; antes, es haceros buena obra. Se os manda dejar vuestra lengua para siempre jamás; hablaréis sólo en castellano; no serán válidas las escrituras ni tratos que se hagan en lengua arábiga. Así mismo dejaréis de usar vuestro antiguo traje usaréis el castellano; abandonaréis la costumbre de los baños; tendréis las casa con las puertas abiertas los días de fiesta; los viernes y los sábados no usaréis las leilas ni la zambra a la morisca. Las mujeres no habréis de teñir vuestras uñas de manos y pies; no usaréis perfumes en los cabellos, iréis por la calle con el rostro descubierto como las cristianas. En los desposorios y casamientos no usaréis ceremonias moriscas, sino que lo haréis con arreglo a los preceptos de la Iglesia Católica. El día de la boda tendréis la casa abierta, oiréis misa. No tendréis con vosotros negros libres ni cautivos…
Este edicto ha sido rubricado por…”

—Si habéis conseguido ver y oír todo, ahora os preguntaréis si la sangre árabe se perdió por entero o quedó diluida en el torrente del pueblo motrileño.


***
En la calle, la lluvia ha cesado, el trueno ha enmudecido, las aves alzan el vuelo y entonan su canto. Los jóvenes han terminado la faena y se han dispersado.
Micaela ha quedado sola. Mizi, de un salto felino se lanza al regazo de su ama, quedando adormilado con un lento ronroneo. En las manos de Micaela duerme un pequeño cofre de madera; lo abre, y lentamente saca un crucifijo, después una rosa roja, seca, marchita. Dos gruesas lágrimas se deslizan por el rugoso rostro mientras murmura quedo ¡Diego! ¡Diego! ¡Diego!...


Dedicado a aquellas personas que crearon la historia sin estar en la Historia.

miércoles, 4 de junio de 2008

Leyenda motrileña 2* parte

Leyenda motrileña 2* parte

Que lo creas o no me importa bien poco.
Mi abuelo se lo contó a mi padre,
mi padre me lo refirió a mí
y yo te lo cuento ahora,
siquiera no sea más que por pasar el rato.
BÉCQUER
***
—Aquella tarde, cuando el sol proyectaba sus rayos perpendiculares sobre la tierra, el bullicio existente en el Solar de la Villa era digno de ser plasmado por el pintor más famoso de la época: los arrieros cruzaban con los animales cargados de cañas hacia los ingenios azucareros, los bazares de los moriscos eran invadidos por transeúntes con indumentaria a la castellana; en el centro del Solar, mujeres moras ofrecían sus mantecadas junto a los puestos de buñoleros; en la zona más elevada, el muezín tocaba llamada para comenzar el pregón.

Aban, con la vista vacilante de un punto a otro, contemplaba absorto tal movimiento. De improviso, un aliento de fuego abrasó su cara. Dirigía los pasos hacia donde él se hallaba y era la más hermosa mujer que avistara ojo alguno. Vestía con todo el lujo y galas usadas por los señores cristianos; las negras trenzas se entrelazaban con perlas de radiante blancura; en torno al cuello, colgaba una cadena de oro de la que pendía un crucifijo. No cabía duda, aquella doncella era cristiana. La luz de los negros ojos, fueron como chispas para el corazón de Aban cuando cruzaron las miradas. Aquella tarde, a la oración de ´Alajá`, dirigíase Aban a los baños. Había doblado la esquina de un callejón desierto, cuando desde una balaustrada de alerce exquisitamente labrada, le fue arrojada una rosa. Aquella flor era la prenda de amor de una mujer. (Entre los árabes y los moros las flores son frases de un diccionario, con cuyo auxilio sólo se comprende un dulce lenguaje: el del amor). Y eso era lo que pensaba Aban cuando acariciaba los rojos pétalos. El tiempo pareció congelarse cuando alzó la vista. La silueta de la joven cristiana se dibujaba tras una puerta vidriada de doble hoja. El primer pensamiento fue huir de allí. ¡Quién piensa unir su destino al de una mujer que es hija de un renegado; hija de un enemigo de mi patria? Pero su boca no pronunció tales palabras.

Micaela interrumpió el relato y, dirigiéndose a Juan, le ordenó vaciar un quinto saco. Con grandes espuertas, retiraron las cáscaras que iban siendo amontonadas en un rincón. Después, Micaela retornó la palabra donde la había dejado.


—Los jóvenes siguieron viéndose; al poco tiempo se saludaron, después de los saludos se hablaron y más tarde se amaron. Lo que pasó durante un tiempo nadie lo supo, hasta que la palabra de esposos se hizo sentir.

Hallábase Aban una tarde en un pueblo costero cercano a Motril, cuando una gran multitud invadió la plaza. En el centro fueron apiñados hombres, mujeres, viejos y niños, a quienes con una escoba, se les rociaba de agua bendita, simbolismo con el cual se les convertía a la fe cristiana. Si algún mortal hubiese penetrado en el cerebro de Aban, habría contemplado la rabia y el dolor contenido en su interior. Enfurecido, vistió un traje moro, montó en su caballo un alazán negro, y poco después cruzaba el Solar para acudir a la cita nocturna. Mil puñales que hundieran su acero en el corazón de Azucena no la habrían herido tanto como la contemplación de las vestiduras.

— ¡Que ropas son esas?—interrogó con voz que parecía salir de ultratumba—¿Por qué os disfrazáis?
— Estas son las ropas que lleva mi pueblo, ropas que nos quieren arrancar los cristianos y es la indumentaria que llevaré desde ahora como buen musulmán.
— Vos no me amáis.
Azucena no podía contener las lágrimas, creía desfallecer y, en ese instante, hasta la criatura que llevaba en el vientre comenzó a dar señales de vida.
— ¡Sí, os amo! Pero antes que a vos, amo a los míos.
El corazón de Azucena latía con más violencia.
— ¿Sois árabe? si lo sois, convertíos a la fe de Jesucristo—pedía Azucena con voz ahogada.
— Jamás—contestó con rabia—convertíos vos a la fe de vuestros abuelos.
— ¡No! no podría, adoro a mi Dios con toda mi alma, por él sufrirle martirio de mi amor y, si es preciso, el castigo de mi cuerpo… profesad vos en el fondo del corazón vuestra religión, pero juradme que si tenemos hijos serán cristianos y solo entonces seré vuestra esposa.
— Quedad con vuestro Dios—y sacando la rosa que prendía junto al corazón, se la arrojó a los pies diciendo—jamás aceptaré vuestra petición. Yo no sabía lo que era amor hasta que os conocí, ignoraba lo que os amaba hasta este momento. Os amaré por la eternidad, pero el destino nos separa. Vuestros antepasados renegaron de su ley por el oro de los cristianos. Vos no queréis volver al camino que ellos dejaron. ¡Cúmplase lo que está escrito! pero cuando veáis amanecer la mañana, cuando recorráis los arrabales que supieron de nuestro amor, acordaos que vos lo sacrificasteis.

***


—Dicho esto, temiendo que las fuerzas lo abandonasen, que el amor que sentía por Azucena fuera más fuerte que la fe, salió huyendo como animal herido de muerte. Ella, inmóvil, como si la hubiesen clavado en la tierra, lo vio desaparecer en el silencio de la noche.
Días después, Aban recibió una carta que decía: “Diego de mi alma, hay momentos que impiden a una mujer revelar a su propio esposo algunas verdades, (porque ante los ojos de mi Dios vos lo sois), pero es preciso que sepáis que llevo en mis entrañas el fruto de nuestro amor por el cuál juré morir”. Aban, embriagado de amor, montó a caballo buscando desesperadamente a su amada. Recorrió las calles, buscó en las mezquitas, ojeó las plazas; las voces resonaron en los cuatro puntos de la antigua Sexi, más Azucena no aparecía. La vega supo de su llanto, las cañas le hicieron de colcha y cama, la luna corrió junto a él brillando con más fuerza, pero todo fue en vano; se la había tragado la tierra.
CONTINUARÁ

domingo, 1 de junio de 2008

Leyenda motrileña

LEYENDA MOTRILEÑA 1* parte“Motril: Ante el reto de su historia.”
Que lo creas o no me importa bien poco.
Mi abuelo se lo contó a mi padre,
mi padre me lo refirió a mí
y yo te lo cuento ahora,
siquiera no sea más que por pasar el rato.
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Las llamas rojas y azules, chisporroteaban en el grueso tronco de almendro que se hallaba dispuesto en el rincón de la chimenea. Al otro extremo de la habitación, las almendras se amontonaban en sacos que ahora había que descascarillar. En el centro se colocaba un gran tablero que haría de mesa para tal operación.

Después de un copioso almuerzo, cada miembro de la familia había ocupado su silla. Esperaban impacientes la historia, que a guisa de postre, la abuela contaba cada día. La lluvia que en aquellos momentos azotaba los cristales, rompió el silencio que reinaba en la habitación.

La abuela ocupó el extremo de la mesa presidiendo el solemne momento del vaciado de las almendras. Quince pares de manos comenzaron al unísono a despojarlas de los vestidos.

—Abuela, ¿qué nos vas a contar hoy?—preguntó Lola con desparpajo.
En ese instante, Micaela lanzó una mirada a su joven público, pasó un pañuelo por la rugosa cara y sin dejar de mover las manos, comenzó su relato.

—Todas las ciudades, por muy pequeñas que sean tienen su historia; pero hay historias que no se escriben, solo son narradas de padres a hijos a través de los tiempos. Ahora, junto a mi padre y abuelo nos daremos un paseo por el lugar más hermoso de la creación. Si tenéis ojos para “ver” y corazón para “sentir”, os trasladaréis con nosotros a otro tiempo, llegaréis a mis antepasados, desfilaran por vuestro lado y podréis tocarlos…

El prolongado ruido de un trueno creó un silencio momentáneo. Micaela, recuperada del repullo prosiguió su relato.

—Al principio Dios creó los cielos, la tierra, el mar, los seres vivos y entre ellos, creó al hombre. Y dijo Dios: “Hombre, tú serás el ser vivo más perfecto de la creación, pero nunca ambiciones poder y riqueza, porque ello será la causa de tu perdición”.

Y dijo Dios: “Te daré por compañera una mujer, pero… ¡oye bien!, compañera te doy no esclava”. Y plantó Dios un jardín (bautizado Murgis) lo rodeó de montañas…

Y dijo Dios: “¡Sol, aparece en el firmamento, luce en este lugar para que florezca la primavera por los siglos de los siglos!” El sol hizo de la noche día, corrió y calentó el maravilloso jardín por toda la eternidad.

Y dijo Dios: “¡Nieve, pósate en las montañas, allí perdurarás por los siglos de los siglos!” La nieve como hermosa novia, vistió de albo los picos más elevados, y estas fueron eternas.

Y dijo Dios: “¡Océano, envía tus olas a morir a este litoral, aquí perdurarán hasta el fin de tus días!” El océano nadó y nadó hasta llegar a la costa, allí permaneció por los siglos de los siglos…

Y dijo Dios al hombre: “Un jardín tropical te doy, los frutos que cultives serán los más sabrosos y jugosos que brotarán de la tierra; mas una condición te exijo; ¡vigila lo que Dios creó y que no lo destruya el hombre!” Pero el hombre hizo caso omiso de estas observaciones: en lugar de compañera tuvo esclava, no cuidó aquel jardín y creó moles donde no debía, cubrió la tierra con grandes plásticos y contaminó el mar con sus vertidos…

— ¡Abuela!—interrumpió Manolo—el mundo no se creó así.
— ¡Y tú como lo sabes!—saltó Micaela malhumorada— ¿acaso estabas allí?
— ¡No! pero en el colegio…
—En el colegio, en el colegio… ¡Todo lo que se escribe son teorías! así que calla y sigue escuchando.

***

—Antes de todo esto, cuando el aire era limpio, cuando Motril era moro y cristiano, con las calles empedradas y tortuosas, las casas pobres pero bellas (lo bello estaba en el carácter de su arquitectura) vivían en la villa dos jóvenes, entre los que, aunque de común procedencia árabe, existía notable diferencia. Diego (conocido entre los moriscos con el nombre de Aban) era un joven mercader. Huérfano de padres desde muy temprana edad, había sido educado por sus tíos en un ciego y severo fanatismo musulmán. Exteriormente aparentaba ser cristiano, pero cristiano como lo eran en aquel tiempo la mayor parte de los de los morisco-motrileños, conversos por temor a la dureza con que eran tratados por los cristianos aquellos que se resistían a la conversión. Azucena no tenía sobrenombre árabe. En la época de su nacimiento hacía años que su familia era cristiana, por lo cual fue educada en la religión del Crucificado.
CONTINUARÁ…

viernes, 30 de mayo de 2008

Eternamente tuya.

Eternamente tuya.
— Archivo los documentos—murmura Serena iniciando la acción— y marchamos a la piscina.
Cinco minutos después, Ana se halla con el macuto al hombro, y Serena introduciendo la llave en la cerradura.
La puerta del despacho se abre bruscamente.
— ¡Cuidado!—grita Ana evitando el atropello.
Serena no puede evadir el golpe siendo derribada. Los enseres de baño quedan esparcidos por el suelo, la blusa que en la caída se ha rasgado, deja al descubierto unos pechos firmes y turgentes.
David, sonrojado y presuroso se inclina hacia ella. Nervioso desviste la cazadora y envuelve el cuerpo semidesnudo de la joven, que ruborizada, trata de cubrirlo. Sin picardía, el joven roza con los labios un fragmento del hombro derecho. El cuerpo de Serena se estremece, los aleteos que suben por el pecho son semejantes a campanillas de mariposas. Un fresco y alimonado aroma varonil inunda el espacio.
Horas más tarde se citan en un parador. Un ramo de rosas rojas, y unas copas de champán junto a una tenue luz, esbozan en la pared la sombra de un solo cuerpo.

***
Años mas tarde…
—Si vienes por el apestoso dinero—interpela furioso— ahí está, en el cajón de la cómoda.
— ¿Qué pretendes?—siente la sequedad de su propia voz. Retrocede para mirarle, fría de ira… distante.
—Conversar contigo— manifiesta David.
Serena tira el guante sobre el piano, trata de no pensar en la doble vida, por un lado Alberto cariñoso y fiel, por otro el amante que atesora cada uno de los momentos vividos. Se pregunta el tiempo que podrá seguir con esta falsa, pero ahora solo existe el presente, lo demás carece de importancia.

miércoles, 21 de mayo de 2008

BLANCA Y VERDE

Tres mujeres tejen una manta que llevarán al río.
***
El tórrido sol de verano cae sobre los verdes cultivos de este sereno día dominguero. Los chicos en número de cinco, se zambullen al grito de todos a una en la cristalina agua del estanque, bajo el ojo atento de la niñera. A doscientos metros, tres rapases de ocho años vigilan el ganado llevándolo a pactar. En la hacienda, ocho mujeres se alternan y tejen una bandera que ocultan bajo una manta, debe estar lista al atardecer. Lola con una pañoleta anudada a la cabeza, enjuga el sudor que a hilos desprende el rostro. Los surcos en la cara las avejentan, la mayor de ellas no cuenta más de treinta y cinco años. El duro trabajo les encallece las manos, y el trajín del palacete no les da tiempo para pensar en ellas. Tintinea la campanilla. La doncella se afana en ajustarse la cofia y los guantes.
—María—manda la “señora”—.Organiza la mesa para doce comensales, que colabore Juan cuando ultime las caballerizas.
La vajilla de porcelana y cristalería de bohemia es distribuida milimétricamente. Presidiendo la mesa, cinco candelabros de plata.
Horas después, recipientes de cordero asado y cochinillo, junto a elaborados platos de fruta, verdura y vino de reserva, reposan en la portentosa mesa. Las sobras, serán pitanzas para los perros de caza.
Junto a los fogones, la mesa de los jornaleros. Las viandas la componen, “patatas cocidas, una jarra de agua y un plato con aceite para mojar la hogaza de pan”. Ahora no hay tiempo para comer.
Cuando el crepúsculo haga su aparición, los niños llevarán el ganado a beber al margen del río. Una bandera blanca y verde bordada a golpe de yunque, ondeara en el poste mas elevado del camino, reivindicando… fuera la triple esclavitud…ser mujer, obrera y no tener acceso a la educación. “Igualdad, Libertad e inserción en el mundo laboral”
Abril 1920.

domingo, 18 de mayo de 2008

Una flor

Blanca flor que en libertad naciste, desventurada fue tu suerte, al nacer a la vida te hallaste cautiva con la muerte. Si te siego, te marchitas, si te dejo, creces fuerte y dejarte con la vida es dejarte con la muerte. Autor, desconozco.

lunes, 12 de mayo de 2008

DIÁLOGO

TEMA: DIÁLOGO
La tarde otoñal despierta con negros nubarrones. Son las cinco en punto. La comitiva que sigue al coche se detiene; el mutismo es espeluznante, nadie llora…
—Recuerdas lo cabezota que era.
—Sí, pero la mayoría de las veces tenía razón—comenta Antonia con voz entrecortada.
—Si le hubiésemos dado la oportunidad, lo acontecido habría ocurrido de diferente manera.
—Miguel ¿Tú crees que nos habrá perdonado?
—No se…tal vez, pero sigo pensando que ha sido un error venir.
La última palada de tierra sepulta el féretro. Antonia y Miguel, discretamente situados se dirigen a la salida. La ojeada de un familiar del difunto descubre a la pareja. El murmullo se hace mayor; voces enfurecidas se elevan. Una anciana enlutada ansía poner paz… no lo consigue, la inquina es desmedida. Como alma que lleva el diablo los chicos pretenden salir corriendo. Dos sonoros disparos perturban la paz de los muertos. Los cuerpos de los jóvenes enamorados se desploman al unísono.
—Ahora se hace justicia—afirma el joven empuñando el arma— ¡Antonio, llama a la guardia civil, mi hermano descansa en paz!
La lluvia se desliza suavemente, pariendo un cauce con tonos púrpura.
—Por mi alma, doy fe, que los hechos acontecieron tal como los he relatado. Aquél fatídico día diecinueve de Octubre de mil ochocientos setenta y dos ¡yo estaba allí!

domingo, 27 de abril de 2008

Respuestas



¿Quiénes no lloran ante la fuerza del sol?
Quien más posee, porque siempre está bien protegido, lo contrario que el hombre de la mar, el trabajador del campo, el de la construcción ect…
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¿Hacia donde van los trenes?
Unas veces a un destino infame, otras hacia la puerta de la felicidad, el resto a ninguna parte.
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¿Cuáles son las coincidencias elementales entre un matrimonio y una partida de cartas?
En el juego de cartas la partida acaba cuando pierde el contrincante. En el matrimonio, este se pierde cuando el antagonista pierde el amor en un cruce de camino.
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¿Cuál de las antiguas profecías anhelas ver cumplidas?
Aquella que dice. “Habrá siete años en los que no nacerá un ser puro” y le preguntan a Jesús, “Señor y si naciera solo uno”. A la sazón las profecías no tendrán razón de ser.
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¿Como está estructurado el paraíso?
Me pregunto ¿el paraíso como doctrina o el paraíso como vida? porque lo que realmente creo que el paraíso es el día que te propongas vivir.
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¿Qué le dice el ratón al gato?
´Baílame el agua, quien ríe el último ríe más fuerte.
***
¿Por qué lleva esa insignia?
Cuando es visible a veces por orgullo para que la vean los demás, otras, cuando no se ve y se lleva en el corazón, por unos ideales que no están en venta.

lunes, 21 de abril de 2008

Jinetes del apocalipsis

Vientos de los cuatro puntos cardinales de la tierra... cabalgad en silencio y hundid en los abismos a cuatro alazanes negros

domingo, 20 de abril de 2008

El fax

El pitido del tren anuncia la salida de la estación. Ibrahim con la vista perdida en la lejanía, deja volar los pensamientos hacia un pasado doloroso. Los recuerdos pesan demasiado para su corta vida. Días de dolor, hambre y sufrimiento hacen que las lágrimas fluyan descontroladas por las oscuras mejillas. La ropa muy antigua le queda pequeña, aun así no se encuentra incómodo. Junto a él, unos críos se reparten los cromos para jugar al alza y tapa. Sus manos frágiles pero fuertes, extraen del bolsillo un papel arrugado y gastado de tanto leerlo. Después de doce interminables años por fin la libertad, aquella que perdió el día que atravesó el estrecho en la balsa y naufrago, aquel fatal día que solo tres chicos salvaron la vida y los cuarenta restantes perecieron ahogados. Hoy por fin dejó el centro de menores. Tres horas le separan del destino tan deseado, tres interminables horas para abrir la puerta a la esperanza. Ahora le queda que cumplir la meta que se ha puesto para lo cual se ha preparado estudiando. Por él y por todos los que quedaron atrás luchara por conseguir la integración en un mundo de igualdad.

Los sueños de Eva

Eva arrastra el carro de supermercado por la pequeña cuesta hasta llegar a la placeta. Al fondo se halla “su esquina” hoy encharcada por la lluvia. La raída ropa que cubre su cuerpo esta empapada a pesar del plástico que posa sobre ella. Extiende los cartones que le servirán de cama y se acomoda para pernoctar. La noche se espera fría. El barómetro, situado a tres metros marca dos grados bajo cero. Una vez enfundada con cartones y plásticos se acomoda para dormir. Cierra los ojos y sueña. Sueña ser una mariposa de alas rojas de terciopelo. Sueña volar por un jardín de flores silvestres hasta alcanzar el cielo. Sueña con un manjar de leche caliente y una mullida cama de sábanas limpias. Sueña con una madre que la arropa y le regala un beso. Sueña en cumplir los veinte años en una familia que la quiera. Sueña… mientras empuña en la mano su cárcel particular envuelta en papel metálico

SILENCIO

Silencio

Horas y horas, interminables horas, buscando en tu semblante un destello de luz. Buscando en tu silencio de oscura noche, un destello de vida. Buscando en tu mirada, un destello de cariño. Buscando en tus manos, una sombra de temblor. Buscando en tu sombra, la vereda que me permita llegar a ti. Buscando en tu mutismo, una esperanza de vida. Buscando en tu callada, el despertar de tu sueño dorado. Buscando en tus entresijos de maquinas conectadas. Buscando en tu quietud y en tu paz, la que mi alma atormentada anhela.

sábado, 5 de abril de 2008

EL PAVO

La tarde despierta con signos veraniegos a pesar de ser veinticuatro de diciembre. Los niños juegan a la comba cuando aparece Manuel con el majestuoso pavo. Los mocos cuelgan oscilando cuando gorgotea el glu, glu, glu. Se vislumbra que viene listo para ser introducido a la cazuela. Los chicos alborotados y con interés corren dando gritos de júbilo.
—Manuel— vociferan—!déjalo correr ¡
El pequeño Javier agita los brazos dando palmadas en su intento de atraparlo. Como no alcanza, sacude a Manuel por la entrepierna para que lo eleve a su altura.
El ave intenta escabullirse, presiente que un mal trago le espera.
—Que me harán—piensa— Peque me avisó que no me confiara si veía una cazuela en el fuego, me haré el muerto a ver que ocurre.
Al dejarse caer todos acuden, en un propósito de dar autentico realismo a la situación estira las patas sacudiéndolas, entona un lastimero glú, glu y cierra los ojos lentamente.
— ¡Niños, echaros atrás!—encrespa Manuel—no le quitéis el aire, este pavo es un semental muy costoso.
— ¿Qué es un semental?—pregunta Taño.
— Un animal que se destina a padrear, o dicho de otra manera para que lo entendáis, el pavo que se introduce en el gallinero para que engendre a las hembras y estas pongan huevos que obtengan pavitos de exposición. En segundos el ave entreabre los ojos y lentamente se levanta; despliega las vistosas plumas en un alarde de orgullo, estira el cuello y con graznidos agudos y estruendosos se dirige a una posible compañera.