domingo, 1 de junio de 2008

Leyenda motrileña

LEYENDA MOTRILEÑA 1* parte“Motril: Ante el reto de su historia.”
Que lo creas o no me importa bien poco.
Mi abuelo se lo contó a mi padre,
mi padre me lo refirió a mí
y yo te lo cuento ahora,
siquiera no sea más que por pasar el rato.
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Las llamas rojas y azules, chisporroteaban en el grueso tronco de almendro que se hallaba dispuesto en el rincón de la chimenea. Al otro extremo de la habitación, las almendras se amontonaban en sacos que ahora había que descascarillar. En el centro se colocaba un gran tablero que haría de mesa para tal operación.

Después de un copioso almuerzo, cada miembro de la familia había ocupado su silla. Esperaban impacientes la historia, que a guisa de postre, la abuela contaba cada día. La lluvia que en aquellos momentos azotaba los cristales, rompió el silencio que reinaba en la habitación.

La abuela ocupó el extremo de la mesa presidiendo el solemne momento del vaciado de las almendras. Quince pares de manos comenzaron al unísono a despojarlas de los vestidos.

—Abuela, ¿qué nos vas a contar hoy?—preguntó Lola con desparpajo.
En ese instante, Micaela lanzó una mirada a su joven público, pasó un pañuelo por la rugosa cara y sin dejar de mover las manos, comenzó su relato.

—Todas las ciudades, por muy pequeñas que sean tienen su historia; pero hay historias que no se escriben, solo son narradas de padres a hijos a través de los tiempos. Ahora, junto a mi padre y abuelo nos daremos un paseo por el lugar más hermoso de la creación. Si tenéis ojos para “ver” y corazón para “sentir”, os trasladaréis con nosotros a otro tiempo, llegaréis a mis antepasados, desfilaran por vuestro lado y podréis tocarlos…

El prolongado ruido de un trueno creó un silencio momentáneo. Micaela, recuperada del repullo prosiguió su relato.

—Al principio Dios creó los cielos, la tierra, el mar, los seres vivos y entre ellos, creó al hombre. Y dijo Dios: “Hombre, tú serás el ser vivo más perfecto de la creación, pero nunca ambiciones poder y riqueza, porque ello será la causa de tu perdición”.

Y dijo Dios: “Te daré por compañera una mujer, pero… ¡oye bien!, compañera te doy no esclava”. Y plantó Dios un jardín (bautizado Murgis) lo rodeó de montañas…

Y dijo Dios: “¡Sol, aparece en el firmamento, luce en este lugar para que florezca la primavera por los siglos de los siglos!” El sol hizo de la noche día, corrió y calentó el maravilloso jardín por toda la eternidad.

Y dijo Dios: “¡Nieve, pósate en las montañas, allí perdurarás por los siglos de los siglos!” La nieve como hermosa novia, vistió de albo los picos más elevados, y estas fueron eternas.

Y dijo Dios: “¡Océano, envía tus olas a morir a este litoral, aquí perdurarán hasta el fin de tus días!” El océano nadó y nadó hasta llegar a la costa, allí permaneció por los siglos de los siglos…

Y dijo Dios al hombre: “Un jardín tropical te doy, los frutos que cultives serán los más sabrosos y jugosos que brotarán de la tierra; mas una condición te exijo; ¡vigila lo que Dios creó y que no lo destruya el hombre!” Pero el hombre hizo caso omiso de estas observaciones: en lugar de compañera tuvo esclava, no cuidó aquel jardín y creó moles donde no debía, cubrió la tierra con grandes plásticos y contaminó el mar con sus vertidos…

— ¡Abuela!—interrumpió Manolo—el mundo no se creó así.
— ¡Y tú como lo sabes!—saltó Micaela malhumorada— ¿acaso estabas allí?
— ¡No! pero en el colegio…
—En el colegio, en el colegio… ¡Todo lo que se escribe son teorías! así que calla y sigue escuchando.

***

—Antes de todo esto, cuando el aire era limpio, cuando Motril era moro y cristiano, con las calles empedradas y tortuosas, las casas pobres pero bellas (lo bello estaba en el carácter de su arquitectura) vivían en la villa dos jóvenes, entre los que, aunque de común procedencia árabe, existía notable diferencia. Diego (conocido entre los moriscos con el nombre de Aban) era un joven mercader. Huérfano de padres desde muy temprana edad, había sido educado por sus tíos en un ciego y severo fanatismo musulmán. Exteriormente aparentaba ser cristiano, pero cristiano como lo eran en aquel tiempo la mayor parte de los de los morisco-motrileños, conversos por temor a la dureza con que eran tratados por los cristianos aquellos que se resistían a la conversión. Azucena no tenía sobrenombre árabe. En la época de su nacimiento hacía años que su familia era cristiana, por lo cual fue educada en la religión del Crucificado.
CONTINUARÁ…

1 comentario:

Angela Magaña dijo...

Dos comentarios: Por un lado, es envidiable que vivas en el sitio donde tienes tus raíces. Preciosa la historia de la abuela y su particular creación. Con gracia y bien contada.
Por otra parte: Espero que ese, continuará, sea cierto.
Un abrazo